sábado, 2 de junio de 2007

HUMILLACION Y EXALTACION



Mr. 16:19-20

16:19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. 16:20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén

Los hombres, por sí mismos, son incapaces de elevarse hasta Dios. Para darse a conocer a sus criaturas, Dios puso ante su ojos una imagen de si mismo que le fuera accesible: Cristo su hijo, persona divina que vino en un cuerpo como el nuestro.

La vida de Jesús fue caracterizada por la presencia y la acción de Espíritu Santo. Fue concebido, luego fue lleno y conducido por el Espíritu Santo.
Los Ángeles estuvieron presentes en su nacimiento, le sirvieron después de las tentaciones en el desierto, le sostuvieron en el huerto de los Olivos y se mantuvieron cerca de la tumba después de su resurrección. Sin embargo recordemos que durante el tiempo que Jesús estuvo en la tierra fue hecho un poco menor que los Ángeles “a causa del padecimiento de la muerte” (Hb. 2:9)

Desde su resurrección y antes de su ascensión, Jesús, el hijo de Dios, confió en sus discípulos la misión de predicar a todas las naciones que su nombre es el único nombre por el cual podemos ser salvos.

Aun hoy, la salvación de Dios por medio de Jesucristo es proclamada en todo el mundo. Seres humanos de todo linaje, pueblo, lengua y nación (Ap. 5:9) creen en el y reciben vida eterna.

Así para revelar a Dios en su amor y santidad Cristo de Humillo y se dejo crucificar. Por eso recibió de Dios la respuesta a sus sufrimientos y a su vergüenza. La exaltación de la gloria a la diestra de su Majestad.

Ptor OMAR OLIVA

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