martes, 15 de mayo de 2007

EL TEMOR REVERENTE DEL SEÑOR




Heb. 5:7-8

5:7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. 5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;

Aquí hallamos un impresionante resumen de los sentimientos y luchas de nuestro Señor, en particular de los momentos previos a la cruz relatados en los evangelios (Mt. 26:37-44; Mr. 14:32-42; Lc. 22:39-46).
Entre otras razones, estos relatos fueron escritos para que entendiésemos algo del “horror” que nuestro Señor experimentaba con la perspectiva de ser desamparado por Dios en la cruz y de soportar el juicio de Dios por los pecados ajenos, cuyo rigor solo el era capaz de comprender.

Además de su clamor, lagrimas, ruegos y suplicas, muy propios de una inmensa gratitud y sincera adoración, vemos que el Señor fue escuchado a “causa de su temor reverente” o “de su piedad”.

IMPORTANTE: Dios respondió a su ruego porque toda la vida de Jesús, todos lo hechos, palabras, milagros, oraciones, pensamientos eran “la expresión de una comunión perfecta, constante e ininterrumpida con Dios”.

Mientras los discípulos dormían a causa de la tristeza, la suplica del Señor se elevaba a Dios su Padre, a quien en esta única ocasión llamo “Abba” (Mr. 14:36), que quiere decir “papito mío”.
El Señor había venido a morir por los pecados (Jn. 12:27). No pidió que fuese evitada la muerte, sino que fuese librado “fuera” de la muerte. Esta oración fue contestada cuando Dios lo resucito de entre los muertos.

Ptor OMAR OLIVA

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