lunes, 14 de mayo de 2007

LA CARRERA



2 Tim. 4:7

4:7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

En la ciudad donde vivo, anualmente tiene lugar una competencia de maratón. Toda persona mayor pueden participar. Es una competencia libre.
Después de la señal de partida, los corredores se pusieron en movimiento. Los menos aptos enseguida quedaron atrás. Algunos renunciaron rápidamente. Entre los que perseveraban se hallaba un hombre muy mayor. Cada vez quedaba mas rezagado y no existía la menor posibilidad de que llegara entre los primeros. Pero no se desanimo. Había empezado la carrera y quería terminarla.

Cada vez mas los espectadores prestaban atención en este hombre mayor. Veían como luchaba para permaneces en la competición y lo estimulaban con sus gritos. Hubo algunos que se burlaban y le aconsejaban detenerse. Pero el hombre mayor no se desanimaba, miraba hacia la meta y seguía corriendo a pesar de ser el ultimo.

Hacia rato que los vencedores habían sido recompensado cuando, finalmente, el hombre mayor traspaso la línea de la meta. Entusiastas aplausos lo recibieron. Habiendo perseverado hasta el final de la competencia, a el también los arbritos le entregaron un premio.

En general, el curso de nuestra vida no es un corto recorrido, sino mas bien “una carrera de resistencia”. Para ella debe haber energía, perseverancia, una constante y firme mirada hacia la meta.

Fil. 3:13-14


3:13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 3:14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Ptor OMAR OLIVA

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