martes, 5 de diciembre de 2006


La Experiencia Del Divorcio Hoy


Hoy en cualquier iglesia viva y llena de la unción de Dios se recibe gente
divorciada, gente en concubinato, hijos nacidos de uniones sin amor, se
calcula que uno de cada 3 niños nace fuera del marco matrimonial.
Necesitamos tener una palabra de Dios y una sanidad interior poderosa
para restaurar las vidas.
Por otro lado la palabra «divorcio» tiene una connotación en nuestras
iglesias muy fuerte todavía y muy negativa. Podemos escuchar con asombro
al drogadicto arrepentido, al violador cambiado, al ladrón sanado, pero no al
divorciado. Es como que por ese pecado Dios no tiene misericordia, el
divorciado debe llevar su estigma por la eternidad y en especial en la
iglesia.
Una persona que fracaso en ese matrimonio se la ve como alguien ya
condenada...
Así como muchos disciplinaban el pecado sexual como algo «terrible»,
mientras que el chisme lo ven como algo más, un «pecadito más».
Nos olvidamos de las mujeres que se divorcian porque su esposo abusó de
sus hijos, porque ejercía violencia al punto de casi matarla, de ser un
alcohólico y violento emocional, de ser un perverso sexual y mujeriego.
A veces me da la sensación de que nos olvidamos de las «víctimas» de tales
prácticas. Algunos piensan que el divorcio es algo así como «bueno me
canse de estar contigo, me divorcio» y aunque eso ocurre, la mayoría de las
experiencias que hemos visto en el ministerio no es esa,
es de gente que divorciarse fue un hecho traumático, se habían casado para
toda la vida pero circunstancias difíciles, adulterios, inmoralidad de todo
tipo fue causa del divorcio y que con dolor tuvieron que atravesar el
«duelo» por la separación.
He visto también la ignorancia bíblica al respecto sobre los principios de
ayuda y los principios claros de la Biblia sobre cómo tratar los casos; y
aunque la Palabra no nos da todas las respuestas que quisiéramos, nos da
más que claros principios que nos orientan a cómo manejarnos y cómo
ejercer una sanidad interior que restaure no sólo los matrimonios en crisis,
sino también a quienes llegan al reino de Dios destruidos por el enemigo.

1. El Matrimonio es un Pacto
Tiempo atrás cuando se casaban lo hacían porque los padres habían firmado
un contrato, o intercambio de anillos, por compra de la novia, o por el acto
sexual. Luego todas estas costumbres se fueron llevando a la época que
hoy vivimos, así como tiramos arroz a los novios, que viene de un
antiquísimo ritual pagano de la fertilidad.
Sucede que cuando Dios interviene, cuando El es involucrado en ese
vínculo, la regla para los cristianos no es solo el «civil», sino el «espiritual»,
el sello de Dios allí. El matrimonio no es tener sexo, es un PACTO entre
ambos cónyuges y un PACTO con Dios. Mal. 2:14; Pr. 2:17 dice:
«... Contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la
mujer de tu pacto».
«La cual abandona al compañero de su juventud y se olvida del
pacto con su Dios».
Sólo debemos realizar dos pactos en la vida, uno con Dios y otro el pacto
matrimonial, esta unión permite ser “uno”. Se puede romper sólo por las
causas que Dios estipula. Cuando uno pacta lo hace de por vida, es un
acuerdo de unión espiritual.
Los pactos son usados por el enemigo, el sabe que acto es algo muy difícil
de romper. Se puede pactar con sangre, por escrito, por palabra, por
trabajos (macumba, tatuaje, etc.) Se puede pactar con gente, con
situaciones, con lugares, pastores, iglesias, etc. La Biblia nos autoriza
solo dos pactos: con Dios y el matrimonial.
Así como cuando alguien hace un pacto de sangre o escrito o de palabra se
rompe a través de la renuncia, se quiebra por el poder de la sangre de
Cristo, así el pacto matrimonial se rompe cuando hay inmoralidad sexual y
abandono.
2. El Ideal y la Realidad
Entonces digamos que el IDEAL de Dios es el matrimonio; defendemos y anhelamos matrimonios ungidos, sanos y unidos en
el amor y poder de Dios. Alentamos al no divorcio, a resolver las crisis y
seguir adelante, pero no siempre esto sucede, a veces la REALIDAD no
concuerda con el IDEAL; a pesar de todo seguimos amando y ayudando.
Así como el IDEAL de Dios es que seamos perfectos la realidad nos muestra
que no lo somos, que somos imperfectos, pero aun así seguimos adelante a
la meta que Dios nos ha dado.
Aceptamos la realidad del pecado, sabemos que existe y sabemos lo que
hace.
Cualquier pastor o ministro de sanidad interior sabe que una persona de 23
años que se convierte ya viene con algunos abortos encima, varios años de
convivencia en pareja, varias parejas deshechas y una vida sexual intensa;
cuando se los robamos al enemigo vienen destruidos al reino de Dios y
nosotros somos los encargados de ministrarles el amor y la sanidad que
viene del trono de Dios.
3 . Hay Soluciones que son a Causa del Pecado y a favor de la
parte Inocente
a. Dios no está de acuerdo con el divorcio, es un pecado, es un errar
al plan de Dios. El plan original de Dios es el matrimonio, es el «ser una
carne». El divorcio apareció como una alternativa para la parte inocente,
para protegerla.
Dice Mt. 19:8:
«Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió
repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.»
b. El divorcio es una falla a haber alanzado el ideal de Dios, la
realidad no se ha conformado con el ideal divino. Sin embargo el amor de
Dios ha provisto una ayuda a la parte “inocente”. Cuando se refiere a la
dureza de vuestro corazón, es de alguien que no le interesa el camino de
Dios, alguien duro a El.
Así la parte «inocente» queda libre de tal situación intolerable. Dice
Mt. 5:32:
«Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo
por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se
casa con la repudiada adultera.»
¿Cómo puede Dios aprobar el divorcio si aprueba el matrimonio? Es que es
una solución menor a un mal mayor. Dios no aprueba porque su deseo es el
matrimonio, pero hay cosas que son la REALIDAD; cuando rompe un jarrón
se pega, no es lo ideal, el ideal era que nunca se rompiese, pero ahora esta
roto y hay que buscar una solución a ese problema aun cuando la solución
no sea la IDEAL. Tampoco fue el plan IDEAL de Dios que su Hijo muriese
por nosotros, pero Dios busca una solución la cual nos bendiga.
c. CADA CASO DEBE SER VISTO DE MANERA PERSONAL.
Nos encanta hacer leyes, «normas» y eso nos trae problemas; somos de
usar muchas palabras «todos», “siempre”, “nunca”, “sí”, “no”, etc. Decimos
“todas” las mujeres son mentirosas, “todos” los hombres son machistas.
Generalizaciones RIDÍCULAS, y a veces nos pasa cuando alguien piensa en
términos de “TODO divorcio es pecado” o “TODO divorciado es una
fracasado”, etc.
4. Actitudes de las Iglesias frente al Divorcio y al Nuevo
Matrimonio
a. NO HAY OPCIÓN AL DIVORCIO NI AL NUEVO MATRIMONIO
Lo que se hace es «expulsarlos». Por haber faltado a la «ley de Dios»,
quitarlos de la iglesia. Son como la manzana podrida que pudre el resto. No
hay lugar para ellos en una iglesia tan «santa». La hipocresía que se
esconde en muchos cristianos es repugnante, su acusación es una auto
confesión muchas veces... Para esta postura divorciarse es un pecado
permanente y una desobediencia permanente al plan de Dios; seria,
entonces, «un pecado imperdonable».
Son las personas que se sienten con derecho a juzgar, expulsar y
estigmatizar a los «pecadores» en favor del «testimonio». Su lema es
«echemos lo malo, así no tenemos ningún problema en la iglesia». Como
me decía un líder de una iglesia: «en mi iglesia no tenemos ningún
separado...», ¡oh!, le pregunté, ¿cómo hacen...? «Fácil, los echamos a
todos los que se separan...»
b. SÍ AL DIVORCIO EN CIERTOS CASOS PERO NO AL NUEVO
MATRIMONIO.
c. DIVORCIO Y NUEVO MATRIMONIO SÓLO EN CASOS DE
ADULTERIO Y ABANDONO.
d. DIVORCIO Y SEGUNDO MATRIMONIO EN DISTINTAS
CIRCUNSTANCIAS.
Cada caso debe considerarse de manera personal, no hay reglas para todos
los casos, pero sí hay algunas reglas generales. No a todo es “sí” ni a todos
los casos es “no”.

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